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LA LEYENDA DEL GIGANTE ENANO

Don Alucinado trataba de comunicar con el técnico de mantenimiento, y no paraba de salir el contestador. Dejo un mensaje pidiéndole que se pusiera en contacto con él. Pasado un tiempo, el técnico le devolvió la llamada.
–Hola, he oído su mensaje. ¿En qué puedo ayudarle?
–Buenas tardes don Perplejo–respondió al otro lado del aparato-, necesito que se pase por casa para que me arregle un problema eléctrico que tengo en el dormitorio.
–Vale. Le viene bien que me acerque al medio día.
–Me viene bien. Hasta luego.
Don Perplejo termino el trabajo que estaba haciendo y se encamino a casa de su amigo.
El día era frio y no paraba de llover de forma intermitente.
Llego a la urbanización, se puso frente al portero automático y comenzó a descifrar el dichoso código para que le abriera la puerta: <056-campana>. Por fin entro.
Mientras esperaba que bajara el ascensor se arregló el pelo frente a un espejo que había en la pared, flexiono despacio la rodilla hasta tocarse con el talón un cachete del culo momento en el que se tiró un pedo que resonó como un trueno en el portal.
Tomo el ascensor y al llegar a la cuarta planta ya lo esperaba en la puerta del apartamento el informático.
–Gracias por venir tan pronto.
–Buenas tardes, por decir algo, porque está cayendo lo más grande. Aquí me tiene.
Don Perplejo paso a la vivienda, entro en  la cocina donde saludo a Manuela que cocinaba con un delantal estampado con el dibujo de la estatua de la libertad. Se quitó el chambergo y lo puso sobre el respaldo de una silla junto al radiador.
El olor a los pimientos que se estaban friendo despertó sus papilas olfativas.
–¡Hum!, que bien huele –dijo el técnico poniendo cara de gusto- ¡Qué buena pinta tienen los pimientos!
–Pues si  quiere quedarse a comer migas está invitado –dijo la mujer.
–Ya me gustaría, pero no puede ser. Otro día me apunto. A ver ¿Dónde está el problema eléctrico?
— Venga por aquí –don Alucinado lo acompaño hasta el dormitorio de matrimonio-. Vera, ayer trajeron esta cama y no sé lo que ha pasado que de la noche a la mañana ha dejado de funcionar bien la luz de la habitación. Unas veces enciende desde la llave de la entrada y otras no. Y lo mismo pasa con la llave que hay en el cabecero.
El técnico miro detrás del cabecero y observo que una de las llaves estaba detrás.
–Ya sé cuál es el problema. El cabecero está presionado esta llave y eso es lo que esta descontrolado el circuito.
— Y es complicado de arreglar –dijo el informático con cara de preocupación.
–Hay que separar un poco el cabecero de la pared, un trozo de corcho blanco puede servir, para que deje la llave libre. O bien, desplazar la llave y el enchufe fuera del cabecero.
–De momento, voy a hacer lo primero que ha dicho –concluyó don Alucinado-. Porque este mes estoy más boyado que un Citroën C3.
–¿Quiere tomarse una cerveza?
–Venga.
Salieron del dormitorio y se fueron a una habitación que don Perplejo utilizaba como despacho y lugar de ocio. Le invito a que se sentara en el sofá junto a una mesita mientras iba a por las cervezas.
En la estancia había una computadora. Encima, colgadas en la pared, tenía fotos donde aparecía con sus colegas de la facultad  y con sus dos hijos. En las otras, había carteles con personajes de los cómic manga y una estantería con dos baldas, llena de muñecos de personajes de los cómic y otros objetos relacionados con el tema.
–Ya estoy aquí –dijo mientras dejaba los botellines y un plato con aceitunas rellenas anchos y pimiento morrón sobre la mesita
–Vaya día que hace-comento don Alucinado…
— Para mí jodido, por la moto –objeto el técnico-, pero buenísimo para la gente del campo.
Mientras bebían la cerveza y le metían mano a las olivas, comenzaron a escucharse voces y ruidos arrastrando muebles en el apartamento de al lado.
–Ya empiezan otra vez. Son los vecinos que están de bronca. El otro día tuvimos que llamar a la policía porque parecía que  estaba agrediendo a la mujer.
–¿Y qué paso?, ¿detuvieron al hombre?
— Que va, después de hablar un rato con los policías la mujer no denuncio al marido y todo quedo en una bronca doméstica y se fueron. Estoy seguro que cualquier día ocurre una desgracia y salen en la televisión.
–Pues deteniendo o poniendo medidas de alejamiento, parece ser que tan poco se arregla el problema en algunas ocasiones–dijo el técnico.
Se abrió la puerta y entro Guille, el hijo de 7 años, vestido con el traje del atlético de Madrid y un balón en las manos.
–Hola, mira que equipación me ha regalado mi padre en mi cumple –dijo el chaval- pavoneándose y dando unas patadas a la pelota frente al técnico.
–Qué chulo. ¿Y cuál es tu jugador favorito de atlético?
–Koke  –respondió con una gran sonrisa, mientras se giraba para mostrarle la espalda de la camiseta con el nombre del jugador.
–Venga Guille, ya se lo has enseñado. Ahora vete que estamos hablando cosas de mayores. –Lo acompaño hasta la puerta y cerro.
–Entonces, ¿usted me dirá como se arregla el asunto sin poner medidas?
— A ver, medidas hay que poner pero creo que las que hay no están bien pensadas. Y después está el tema de la independencia económica de las dos partes de la pareja.
–Vale, pero hay casos que como no los separes terminaran haciéndose daño, o algo peor –dijo el informático.
–Estoy de acuerdo con usted. Pero como pasa con otros problemas sociales, este tema se ha convertido en un negocio rentable para los abogados, medios de comunicación… Los políticos también le sacan rendimiento en sus programas –dio un trago al botellín y se hecho un par de aceitunas a la boca-. Como el problema no se gestione bien desde el principio lo que se consigue es provocar más sufrimiento, y la ruina económica en otras ocasiones.
El ruido de un balonazo en la puerta sobresalto a los dos amigos.
–Guille. ¡Me c**o en todo lo que se menea!, te vas a quedar sin el balón una semana –dijo el padre.
Don Alucinado se levantó del sofá y fue a poner música. Se hizo un silencio en la habitación, solo perturbado por el jaleo de los vecinos del apartamento contiguo. Y comenzó a sonar la voz de Carlos Cano cantando: “María la portuguesa”mientras terminaban de tomarse la cerveza y comerse las últimas aceitunas rellenas.
–La primera medida que había que tomar cuando aparecen los primeros síntomas de crisis en la pareja,–continuo el técnico con su argumento-  es reunir obligatoriamente a los dos con un grupo de expertos: “profesionales de verdad”- hizo el gesto de las comillas con los dedos-, y por supuesto gratuito. Donde se busque el motivo del problema. Una vez descubierta la raíz del desencuentro, se tomarían las medidas más adecuadas. Como apoyo psicológico y económico, si hiciera falta. En fin, todo lo necesario para llevar a buen puerto el problema. No meter a la policía y a los abogados desde el principio.
–¡La hostia! Qué bien estudiado tiene usted el tema -dijo el informático mientras sacudía las manos – después estaría el tema de la custodia de los hijos, las pagas para su manutención y quien se queda con el apartamento.
–No sé, lo mejor sería vender todos los bienes y repartir el bacalao equitativamente. Digo yo –concluyó el técnico.
Sonaron unos golpes suaves en la puerta, y se escuchó desde el otro lado la voz de Manuela: – hay que poner la mesa, la comida ya está.
–Oído. De verdad que no quiere quedarse a comer –insistió don Alucinado.
–Se lo agradezco, pero me están esperando en casa. Hoy toca potaje de lentejas.
Los dos amigos salieron de la habitación y fueron recoger el chambergo del técnico a la cocina. Por el camino don Perplejo se despidió de Manuela, Guille y libertad.
–¿Qué le debo por la visita?
–Nada. Bueno sí, como está de moda la economía colaborativa ya me pagara usted cuando tenga algún problemilla informático.
–Gracias. Hecho.

¿Y tú que opinas sobre este tema?. Deja tu reflexión para poner un poco luz a este tremedo problema social, en el formulario de comentarios. Y recuerda: «si no piensas no existes».

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