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RELATO: ANIMALES IMPERFECTOS

Don Perplejo llego temprano al taller. Acomodo la perra en su cama y la acaricio mientras le decía palabras cariñosas. Después fue all equipo para poner un disco de vinilo. Se sentó en un taburete que había junto al banco para hacer el presupuesto de un cliente. El tiempo transcurría  mientras sonaba el disco: Keith Garrett acompañado por su trío. Se levantó para ir a una estantería donde tenía repuestos de los equipamientos que hay en una casa: buscaba unos rodamientos que tenía que cambiar a unas puertas correderas de aluminio.
El teléfono de baquelita que estaba en una pared,  sonó con un timbrazo ronco…
–¿Diga?
–Buenos días don Perplejo –contesto don Alucinado  al otro lado del aparato-. Esta mañana tengo que visitar un cliente cerca de su taller y si está por allí le puedo acercar su portátil arreglado.
–El técnico quedo pensativo unos segundos -Sí, voy a estar hasta las 12,30, si le viene bien aquí lo espero.
–Vale.
Colgó el teléfono y fue a coger los rodamientos. Volvió a sentarse para seguir con el presupuesto. Las notas del piano de Garrett inundaban todos los rincones de taller como si fueran mariposas de colores revoloteando por la estancia.
Los golpes en el cristal de la puerta del taller despertaron a viruta que dormía plácidamente.  Es una perra mestiza de pequeño tamaño y aire de pastor, con el pelo mezclado del color de un caramelo de café con leche. Dio un ladrido agudo y se acerco a la puerta. El técnico abrió y saludo a su amigo estrechándole la mano mientras lo invitaba a pasar.
–¡Anda! Tiene usted aquí a Viruta  –dijo con alegría, mientras acariciaba su cabecilla.
–La tengo porque esta malilla.
–Sí. ¿Qué le pasa? –pregunto con cara de pena.
— Parece ser que el otro día se intoxico con el potingue que echan para matar las malas hierbas que hay junto a una tapia en el bulevar donde vamos a dar el paseo; ha estado dos días fatal con vómitos y diarreas. La lleve al veterinario que le hizo un lavado gástrico, le puso un suero y una inyección. Ya está mejor… La veo más animada.
–Vaya por Dios. ¿Dónde le dejo el portátil? –dijo el informático, mientras se quitaba el bolso que llevaba en bandolera y lo habría para sacarlo.
–Póngalo en el banco, y me dice lo que le debo.
 La cara A del disco termino, y don Perplejo fue a darle la vuelta al LP. Al girarse vio a su amigo con viruta entre sus brazos hablándole suave en la oreja.
–Pues yo creía –comento el informático- que estaba prohibido utilizar herbicidas en los espacios públicos.
–Vaya usted a saber, amigo. Es un bulevar de baja calidad, que lleva un montón de años a medio hacer y en un barrio humilde. En estos sitios, de vez en cuando, se hacen las cosas a las bravas.
Don Alucinado dejo la perra sobre su cama y miro a su amigo mientras hacía gestos de negación con la cabeza.
–Los monos humanos no tenemos arreglo. Pensamos poco en nuestros hermanos los animales y las plantas, los tratamos fatal contaminando y robando su hábitat. Sin ir más lejos, ayer estaba viendo un documental de animales en la tele y el narrador soltó con todo el morro: “la araña asesina…”, y no es la primera vez que escucho este calificativo para calificar a algunos animales en estos programas de divulgación de la naturaleza. También, he leído en el semanal del periódico que se ha puesto de moda como mascota el panda rojo, y  hay un tráfico ilegal que los están exterminando.
–Ni que lo diga –dijo el técnico-. “Los monos humanos”, como nos llama usted, somos unos animales que nos estamos cargando este planeta.
Los dos amigos quedaron en silencio con la mirada perdida durante unos momentos mientras escuchaban a Garrett con su trío.
Viruta se levantó de la cama para ir a los pies de don Alucinado. Se le quedo mirando con sus bonitos ojos marrones y moviendo la cola. La tomo en sus brazos y le hizo unas caricias.
–Oiga –pregunto el técnico- ¿Por qué cuando se refiere usted a los hombres los llama “monos humanos”?.
–Pues verá –dijo el informático, levantándose del taburete para dejar la perra en su cama-  yo pienso que los humanos son una especie más de monos que habitan este bonito planeta, con nuestras características propias. Y no somos ni más ni menos que las otras especies de animales. Y mientras no tengamos esto claro, el mono humano no evolucionara.
–Estoy de acuerdo en parte con usted, pero también estará  de acuerdo con migo en que ninguna de otra especie tiene conciencia de sí misma como los humanos. Es capaz de crear maquinas, escribir poesía o pintar obras de arte.
–Sí. ¿Y qué? –dijo don Alucinado frunciendo el ceño.
–¿Cómo y qué? Estas características hacen que el hombre sea especial y se diferencie notable mente de otras especies.
–¡Especial! –Dijo el informático, dando una carcajada-. ¡Y las pelotas de Espartaco! Los monos humanos son la última especie animal que ha poblado este planeta y la que va a destrozar en un tiempo récor el maravilloso equilibrio que ha creado la naturaleza.
Esa criatura –dijo señalando a Viruta que miraba a través del cristal de la puerta la calle- no es especial, no tiene sentimientos e inteligencia. Y no necesita ponerse el apelativo de «Ser» -hizo el signo de las comillas – para diferenciarse de las demás especies…. Especiales -continuó-, son los animales que realizan migraciones todos los años de miles de kilómetros sin apenas dejar huella en su medio ambiente. Y no necesitan tener ejércitos  banderas ni dioses para aniquilar a otros pueblos en nombre de una idea, material o inmaterial que inventen.
–Entonces para usted –dijo el técnico- ¿no hay ningún hombre bueno?
–Tampoco es eso -dijo el informático mientras abría los brazos y se echaba hacia atrás-, ya sabe lo que dice el refrán: -Dio una palmada para sacar a su amigo de sus pensamientos. Sí que los hay, pero pocos. Usted por ejemplo es uno de los  buenos.
— Yo no lo diría tan seguro -dijo el técnico soltando una carcajada-. Entonces, ¿cómo solucionaría usted este problema?
–Buena pregunta amigo. Pues que quiere que le diga, la verdad es que no tengo ni idea. Eso lo tendrían que solucionar los humanos que tan inteligentes y listos nos creemos.
Los dos amigos se quedaron en silencio durante un tiempo, mientras el batería del trio de Garrett hacia un solo de los que te hacen temblar el cuerpo.
El técnico miro el reloj con forma hexagonal y el marco decorado con dibujos de herramientas que había en la pared.
–Siento tener que dejarlo, pero el curro me llama. ¿Ha visitado usted a su cliente?
–Sí, ya lo he liquidado antes de venir. Yo también me voy a la oficina a seguir con el tajo.
Los dos recogieron sus bártulos. El técnico apago el equipo y guardo con mimo el disco en su funda.
La perrilla al ver todo este movimiento se fue hacia la puerta diciendo con su cola: “yo también me quiero ir de marcha”.
–Tú no puedes venir –dijo el técnico mirando a la perrilla de modo tierno-. Después cuando venga vamos a dar una vuelta al bulevar.
La perrilla entendió lo que le decía su compañero y se fue a la cama resignada.
Don Perplejo echo la llave a la puerta del taller y se despidió de su amigo.
–Que tenga un buen día.
–Igualmente.
Y Ambos amigos comenzaron a caminar por la acera en direcciones contrarias.

¿Y tú qué piensas sobre este tema?… Puedes dejar tú opinión en el formulario de comentarios, siempre con respeto.

Una respuesta

  1. Unocualquiera dice:

    No son los humanos, sino los inhumanos.
    Comparto contigo otro escrito donde se desarrollan soluciones.
    https://aquiendondevivo.blogspot.com/

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