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TIEMPO AL TIEMPO

Ese día, don Perplejo terminó antes de lo que esperaba el trabajo que fue a hacer a un domicilio. Como tenía tiempo y se encontraba cerca de la oficina de su amigo, don Alucinado, pensó en hacerle una visita.
Las campanas de una iglesia cercana tocaban con un sonido estruendoso llamando a los feligreses mientras acomodaba los bártulos en la moto. El tráfico era tranquilo y no tardó en llegar.
Don Alucinado charlaba animadamente con dos personas en la puerta de la oficina y en una mano tenía un vaso con café de los que ponen para llevar. Se acercó discretamente al grupo y los saludo
–Buenas.
El informátigo dio la vuelta y miro a su amigo con un gesto de sorpresa.
.–¡Hombre! el que faltaba –. Le presento a las personas con las que charlaba como compañeros de la oficina de la puerta del al lado. Al poco, se despidió de sus colegas y le invito a pasar.
–Siéntese –dio un trago al café y puso cara de asco-. Con tanto darle al palique se me ha quedado frio el café. ¿Usted dirá?
–Me ha cundido el trabajo y como me pillaba de camino he pasado a visitarle. Pero si vengo en mal momento –dijo mientras se apoyaba con las manos en el asiento de la silla con ademan de levantarse.
–Quieto ahí parado. Usted es siempre bien recibido. A propósito, ya que está aquí, quiero comunicarle que ya he arreglado la cisterna del inodoro gracias a la web de bricolajedecabecera que me recomendó el otro día. Que por cierto, explica la mar de bien el bricolaje para tíos negados como yo.
— Me alegro que le haya servido. ¿Ha cambiado sólo  la junta o el mecanismo de descarga de la cisterna?
–Al final fui con la junta totalmente degradada a la ferretería y me dieron una nueva. La puse y adiós la fuga –concluyó poniendo cara de alivio.
Se dirigió a la computadora para poner música y comenzó a sonar la tremenda voz de Louis Armstrong cantando: «¡Hello Dolly!».
Poco a poco, dando pasos cortos y balancease sobre su cadera a ritmo de la música mientras se terminaba de tomar el café.
–¡Olé!, Que animado lo veo -exclamo el técnico con cara de sorpresa.
–No se crea – le cambió la expresión del rostro -. La procesión va por dentro.
–Sí, ¿algún problema?…
–Tengo una gran pena –dijo, mientras encestaba el vaso del café en la papelera-. Mi hermano se fue ayer a Berlín a un curro que le ha salido allí.
–¿Cuál? ¿El arquitecto?
–Sí. Estaba cansado de la porquería de trabajos que le salían y echo papeles con un amigo para buscar trabajo en el extranjero y, mira por donde, lo han llamado de Alemania.
–Pero eso no es una pena, más bien es una alegría –dijo el técnico mientras levantaba los brazos hacia el techo.
–¿Usted cree? A poco que le salgan bien las cosas, se llevara a la novia, tendrá los hijos y vendrá a España como los guiris de vacaciones a torrarse en la playa. Y eso si que es una pena –puso cara de rabia-. El dinero que se ha invertido en formar a un buen profesional para que deje su sabiduría, su descendencia y sus impuestos en otro país. Con la falta urgente que hace todo eso aquí –dijo, mientras deslizaba las manos por la cara hasta estirarse los pelos de la barba.
–No sea tan negativo. Ya verá como vuelve con algo de dinero y más conocimientos.
–Ja,ja,ja… -soltó una risa sardónica- ¡A este país! que ofrece a sus jóvenes pocas oportunidades de trabajo y con unos sueldos de pena…
–Pero hay ayudas para emprendedores –comento el técnico-, y con la experiencia que coja en Alemania puede montar su propio negocio aquí.
–¡Ayudas!. La mayoría de las ayudas son para los extranjeros. Mire usted –se sentó-, sin ir más lejos, a una familia de emigrantes que vive en el edificio de mi madre le están dando una paga, una ayuda para el alquiler y becas de comedor para los hijos. Ella trabaja en negro cuidando una anciana, el marido haciendo chapuzas y reformas en las mismas condiciones. Vamos, que se pueden juntar con más de lo que ganamos usted o yo, y encima tenemos que hacer la declaración a hacienda.
–No le digo a usted que no –dijo don Perplejo- pero gracias a las cotizaciones de los emigrantes se están sosteniendo las pensiones…
–Antes puede que sí –interrumpió– pero  con la crisis hay un grupo numeroso entre los parados que son emigrantes. Hacen trabajos sin contrato y viven a base de ayudas. Así que lo comido por lo servido. Y en este país que hay 12 millones de personas en riesgo de exclusión social por pobreza y otros cuantos que aguantan como pueden; se puede establecer un agravio comparativo entre los nativos y los que llegan de fuera que como no se gestione bien va a desembocar en algo rancio y chungo. Tiempo al tiempo.
Sonó el móvil del informático, miro el número y pidió disculpas a su amigo para atenderlo.
Como la llamada se estaba demorando, el técnico se aproximó a la computadora y se puso a jugar al solitario spider al ritmo de la “vie en rose”…
–Disculpe, ya estoy con usted –dijo mientras se metía el móvil en el bolsillo de la camisa.
–Pues tenemos un gran problema -dijo el técnico cerrando la ventana del juego-. Si mandamos ingenieros, médicos, enfermeras y arquitectos al extranjero y, a cambio, la mayoría de los emigrantes que vienen a este país tienen baja cualificación, trabajan con sueldos ridículos que no cotizan o curran en la economía sumergida… No salen las cuentas.
–Eso mismo es lo que le está pasando al gobierno –dijo dando una palmada hueca -. Y no se les ocurre otra cosa que aumentar la deuda para sostener el país.
–Bueno, ¿qué se le ocurre a usted que es tan observador? -dijo el técnico con rin tintín.
Don alucinado se repanchigo en el asiento quedándose unos instantes reflexivo.
–Aquí lo que hay que hacer es gestionar mejor los recursos que tenemos, crear un mercado de trabajo sólido con salarios a nivel de los países de nuestro entono y hacer leyes más duras contra la corrupción. Eso por un lado, y por otro, que los emigrantes vengan con un contrato de trabajo. El que no tenga, se le dé un plazo de unos meses para buscarlo y si no lo encuentra, pagarle el viaje de vuelta a su país.
Llamaron a la puerta. Se levantó y fue abrir. Al otro lado había un joven con rasgos sur americanos, era un mensajero que venía a entregarle un sobre. Firmo el recibo y se despidió. Dejo el sobre en la mesa y sentó con una postura relajada mientras giraba la silla al ritmo de la canción: ”We have all the time in the world”
–Hombre –objeto el técnico-, también habrá personas que realmente necesiten ayuda, como ocurrió con nuestros abuelos cuando tuvieron que emigrar al extranjero.
–Cuando nuestros abuelos emigraron eran otros tiempos -dijo el informático mientras se incorporaba en la silla-. La mayoría ya salían con un contrato desde aquí a una Europa que se estaba reconstruyendo después de una guerra y necesitaban mucha mano de obra. Fueron a hacer trabajos duros y no los trataron nada bien… Estoy de acuerdo, si hay que ayudar se les ayuda, pero de una forma más planificada
–¿Y quién se va hacer cargo de la gente más necesitada que no tienen más remedio que emigrar para salir de la miseria y la violencia de las guerras?…
— Lo tendrían que hacer los gobiernos de los países desarrollados, las ong. Y la mayoría de las acciones se deberían hacer en sus países de origen. Bien, mediando por la paz en los que lo necesiten, creando un tejido empresarial para que puedan desarrollarse y vivir dignamente sin tener que emigrar por falta de perspectivas.
Don Perplejo soltó una carcajada mientras se rascaba con ambas manos la barriga…
–Mucho está pidiendo a los “monos humanos” como usted nos llama, vamos a dejar el tema por hoy. Tengo que irme si no quiero comerme el arroz frío.
Don Perplejo se levantó de la silla estirándose, se metió la camisa en el pantalón y cuando termino de componerse señalo con el dedo a su amigo, mientras le decía con guasa:
–Don Alucinado para presidente.
–No se cachondee que como no pongamos orden pronto a esto nuestros nietos van a vivir peor que nosotros.
Se despidieron con un apretón de manos en la puerta de la oficina, mientras don Perplejo daba unas palmadas en el hombro de su amigo y le preguntaba que iba a comer
–Estofado de costillas –respondió.
–Que rico, que le aproveche. Hasta pronto.

Y tú que piensas sobre la cuestión que se reflexiona. Si quieres puedes dejar tu opinión en el formularío de comentarios.

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